viernes, 20 de diciembre de 2013

Inconciente colectivo argento

Bicho raro el argentino, ¿no?. Lejos de pretender hacer un tratado sociológico, y haciendo la salvedad de que no tengo la preparación académica para  intentarlo, me propuse realizar un breve relato de lo que observo día a día en el común de la gente que me rodea en distintos ámbitos e, inclusive, en la misma calle donde todos somos completos desconocidos que nos movemos en pos de nuestros propios intereses diversos y a veces contrapuestos.

Digo "bicho raro" porque me llama poderosamente la atención lo contradictorio del actuar del hombre argentino (a fin de no herir susceptibilidades aclaro que cuando digo "hombre" no hago referencia al género sino a la especie). Veamos un poco.

Somos personas muy particulares los argentinos, al menos los que vivimos en este monstruo de urbe llamado Buenos Aires (nuevamente evitemos lastimar sentimientos (?) y digamos que hablamos de la Ciudad de Buenos Aires y el conurbano y no de la provincia en su totalidad). Por un lado nos reconocemos como inteligentes, vivos, "pillos" y, desde mi punto de vista, no son erradas esas percepciones. Pero por el otro utilizamos mal esa "viveza", o mejor dicho la malgastamos. Constantemente vemos muestras de "ventajismo", de querer aprovechar circunstancias para sacar provecho personal en desmedro de las situaciones que puedan estar viviendo otras personas en ese momento. Nos acostumbramos a "cuidar nuestra propia quintita" y nos olvidamos del vasto campo que nos rodea y que indefectiblemente, y mal que nos pese, forma parte de nuestra realidad cotidiana. Sorprende como tenemos actitudes tan egoístas de pensar que sólo es importante buscar nuestro beneficio propio sin importar si el de al lado sufre un daño por dicha acción nuestra, y lo más increible es que no nos damos cuenta de que esa actitud egocéntrica nos juega en contra. Al argentino le cuesta mucho entender el concepto de "bien común", no llega a concebir que el progreso de la sociedad como conjunto pueda beneficiarlo de manera individual a él luego.

Sin embargo, no escapa a la realidad que en situaciones complicadas (alguna tragedia climática o social) nace del argentino un espíritu solidario altamente destacable. Argentina es un país solidario, eso lo puede certificar cualquier O.N.G., ya que ante la eventualidad del inconveniente que afecta a un determinado grupo de personas siempre hay otro dispuesto a tender una mano y ayudar. Esto, si pensamos, es una terrible contradicción con ese pensamiento egolatra que describimos antes, pero tiene cierta lógica, cierto razonamiento: el Argentino en situaciones normales piensa en sí mismo, pero cuando la cosa "se pudre" está dispuesto a ayudar al prójimo.

Recuerdo que hace varios años escuché un monólogo de Enrique Pinti en el cual desarrollaba una charla ficticia entre él y un sociólogo extranjero que le planteaba el interrogante de por qué la Argentina no era un país del primer mundo. El supuesto sociólogo no podía comprender porque Argentina no era una nación desarrollada tomando en cuenta su topografía, climatología y la ausencia histórica de conflictos armados internos y externos.
Más allá de lo cómico del monólogo de este genio de Pinti hay una cruel realidad: Argentina, dejando de lado las vicisitudes políticas y económicas que ha vivido durante su corta historia, es una nación geográficamente perfecta, ya que tiene todo tipo de suelo y en gran extensión y no sufre de climas extremos como si lo sufren casi todas las naciones del mundo. Esto le da la posibilidad de tener recursos naturales casi inagotables y de producir alimentos por demás. Por otro lado también es cierto que no hemos pasado por guerras civiles y mucho menos por guerras con otras naciones, obviamente haciendo la salvedad de la ridícula batalla en Malvinas. Aún así, destacando estas evidentes ventajas comparativas con varios países del mundo, vivimos de crisis en crisis y nunca parecemos salir adelante, siempre estamos fluctuando en la mediocridad.

Ahora bien, la pregunta que yo me hago constantemente: ¿esto es culpa de los gobiernos? Mi respuesta, luego de pensarlo mucho, es rotundamente negativa. No podemos responsabilizar de nuestra realidad a los pocos que nos gobiernan. ¿Somos 40 millones de personas y vamos a caer en el facilismo de culpar a unos pocos?. No señores, no es así. Tenemos que asumir las culpas y reconocer que es la sociedad en general la responsable de que este país no aproveche todo su potencial. Evidentemente hay un componente tragicómico en todo el relato que acabo de efectuar, pero parece ser que necesitamos el escarmiento para reaccionar, necesitamos ver amenazada nuestra propia existencia para comprender que el interés colectivo, que el bien común es lo que debe primar por sobre el interés individual. Un político, como tal, es tan sólo un miembro más de esa sociedad "enferma", de esa sociedad que piensa primero en la "viveza" y el "ventajismo" y luego en el beneficio de todo el grupo. Entonces, ¿cómo vamos a pretender que un político argentino actúe de manera diferente a cualquier otra persona de la sociedad? ¿Por qué vamos a esperar que tome conciencia social al asumir un cargo político si ninguno de nosotros tenemos esa conciencia en el día a día de nuestras vidas? Me parece que en algún momento vamos a tener que reflexionar seriamente acerca de lo que queremos para nuestro país: si continuar siendo mediocres o crecer acorde a nuestra capacidad. No esperemos a que llegue ese momento crucial de la vida de un país en el cual la necesidad obliga a replantearse la esencia misma de la nación, seamos previsores y empecemos desde ahora a crear una sociedad seria y adulta, de esa manera estaremos formando un país serio y potencialmente desarrollado como debemos querer los 40 millones de argentinos que habitamos este hermoso territorio.