martes, 27 de marzo de 2018

Credito hipotecario tradicional vs UVA: ¿qué conviene?

Hacía rato que tenía ganas de escribir algo sobre este tema, más que nada porque leo muchos comentarios de gente que -con o sin intencionalidad política- tira basura sobre los nuevos créditos indexados en UVA.

Lo que voy a hacer aquí, para ser breve, no irme por las ramas, y en especial ser totalmente claro, es hacer un análisis numérico con créditos tomados por el mismo monto ($2.045.000 = U$S 100.000 al día de la fecha) y el mismo plazo (20 años = 240 meses). Luego ustedes sacarán sus propias conclusiones de si conviene sacar un crédito hipotecario tradicional o recurrir a uno de tipo UVA. Comencemos.

Los ejemplos a brindar son extraídos del sitio web del Banco de la Nación Argentina, y hago esto porque suele ser el que mejores tasas de interés brinda en ambos tipos de crédito. Asimismo, en ambos se aplica el sistema francés, es decir, aquél por el cual primero se va cancelando la mayor parte de los intereses y al final mayor parte del capital. Este detalle es MUY importante, y lo entenderá al final de la columna.


CRÉDITO TRADICIONAL

TASA EFECTIVA ANUAL: 21,38%
CUOTA INICIAL: $ 33.382,27
INGRESOS NETOS NECESARIOS: $ 110.487,72

Téngase en cuenta, y esto es un dato no menor, que los créditos hipotecarios tradicionales tienen tasa fija durante los primeros 3 años, luego la tasa es variable ajustada, generalmente, por la tasa BADLAR. No vamos a explicar que demonios es la tasa BADLAR ahora, pero lo importante es saber que es mentira que el crédito tiene cuota fija durante toda su vida.


CRÉDITO UVA

TASA EFECTIVA ANUAL: 7,71%
CUOTA INICIAL:$ 16.091,75
INGRESOS NETOS NECESARIOS: $ 63.423,22

En los créditos UVA, como todos ya saben, la cuota se va actualizando DÍA a DÍA. Si, DÍA a DÍA, porque el valor de la UVA cambia todos los días, con lo cual todos los meses, evidentemente, uno pagará una cuota distinta. Entiéndase que en realidad la cuota (capital + intereses) si bien se ve representada en pesos, en realidad es en UVAs, las cuales se transforman a pesos al día del pago de la misma.

Hechas las aclaraciones del caso, ahora veamos gráficamente el comportamiento de ambos créditos durante 3 años, haciendo la suposición de que la UVA se actualice anualmente un 21,38%, que es la tasa de los créditos tradicionales. Es decir, es obvio que la UVA puede actualizarse más o menos de ese valor, pero asumo que en promedio se actualizará ese monto anualmente ya que si un banco te da un crédito fijo con esa tasa es porque según sus indicadores la inflación debería estar, en promedio, por debajo de esos valores.


Cómo se observa, hay una gran distancia entre las cuotas iniciales, obvio, y la progresión durante los 3 primeros años de ambos sigue haciendo que la cuota favorezca al UVA. Es así que pasados los 3 primeros años, donde el crédito tradicional mantiene su tasa fija, la cuota del UVA sigue siendo sustancialmente inferior. Al finalizar el año 3 la cuota del UVA, con el esquema planteado, debería ser de $ 28.776,94, mientras que el tradicional continuaría con su cuota de $ 33.382,27.
A partir de ese momento la evolución de ambos es difícil de pronosticar, porque el tradicional comenzará a tener tasa variable y por lo tanto dejará de tener esa tan glorificada cuota fija. Desde ya que uno esperaría que la cuota del UVA comience a superar en poco tiempo a la del tradicional, pero lo importante a discernir en este punto es si conviene asumir ese riesgo y porque. Bueno, esa es la finalidad de esta columna.

En el momento 0 del crédito, es decir, cuando uno recién lo saca, el tradicional lo obligará a pagar $ 33.382,27, mientras que el UVA le dará la posibilidad de abonar la primera cuota ($ 16.091,75) e inmediatamente cancelar 8,5 cuotas más con la diferencia existente entre ambos créditos. Veamos.
La primera cuota del UVA se compondrá de $ 3.925,33 (CAPITAL) y $ 11.930,47 (INTERESES), el resto son seguros y pago del paquete bancario necesario para sacar el crédito. Por el sistema que tiene el crédito UVA, el cliente tiene la posibilidad de cancelar cuota de adelante hacía atrás, es decir, cancela primero las primeras cuotas y así va avanzando la progresión, podría decirse que saltea cuotas. La cancelación es de la cuota pura, del capital solamente, con lo que en el momento 0 el que sacó un crédito UVA puede, con los $ 33.382,27 que gastaría en una cuota del tradicional, cancelar de un plumazo 8,5 cuotas del UVA. Con el beneficio adicional, que en este caso da el Banco Nación pero no otros bancos, de poder adelantar cuotas sin un mínimo necesario, se pueden adelantar las que uno quiera.

Como puede verse a las claras, al menos durante los primeros 3 años, si uno tiene la capacidad económica de sacar tanto un tradicional como un UVA, le conviene sin dudarlo este último, porque con lo que pagaría de cuota en el tradicional ($ 33.382,27) podrá adelantar un montón de cuotas del UVA. Es imposible saber exactamente cuantas cuotas podrá adelantar, pero se puede preveer que muchas. Al finalizar el 3er año del crédito tendrá que seguir pagando 17 años más, mientras que al que sacó en UVA posiblemente le queden 14 o menos años. Esta diferencia es sustancial y es un punto extremadamente a favor del UVA.
Asimismo, no puede obviarse el hecho de que para sacar un crédito tradicional se necesitan ingresos por casi el doble de lo que se necesita para un UVA, por lo cual el primero está dirigido a personas de salarios elevados y el segundo a personas que tienen salarios más realistas.

De lado negativo de los UVAs está la incertidumbre económica, cuestión que no puede dejarse de lado tampoco. Es evidente que en un país tan fluctuante es difícil embarcarse en un crédito que se indexa mes a mes, pero eso también tendrá que ver con la fuente de ingresos que tenga cada cliente y su capacidad de actualización con el paso del tiempo.

Entonces, yo no se usted señor lector que preferirá, pero al menos ahora puede tener una idea un poco más acabada de que el crédito UVA no es tan malo como lo quieren hacer ver algunos agoreros.

jueves, 8 de marzo de 2018

La madre de las discriminaciones: la económica

Justo un 8 de marzo, fecha consagrada mundialmente como el día de la mujer en virtud de su lucha para evitar la discriminación por cuestiones de sexo, se me ocurrió plantear el problema de la discriminación desde un punto de vista global.

En breves líneas intentaré sentar mi posición sobre el tema y aclarar algunas cuestiones que parecerán álgidas tomando en cuenta el tenor de la temática tratada.

Empecemos por algo básico: ningún tipo de discriminación es bueno, ello si tomamos el sentido de discriminación que le asigna la definición dada por la RAE: "Dar trato desigual a una persona o colectividad por motivos raciales , religiosos , políticos , de sexo , etc.". Ahora bien, voy a ser osado y al final de este texto voy a proponer un tipo de "discriminación" que podría ser "aceptable" en una sociedad. Sin embargo, haré trampa, porque le llamaré "discriminación" a algo que según la RAE no lo es, pero adoptaré tal vez un sentido amplio del término, entendiéndolo como "hacer diferencias entre las personas". Veamos.

La lucha social por lograr la igualdad de todas las personas viene prácticamente desde los inicios de la humanidad. Siempre existió discriminación (a veces por sexo, otras veces por raza, y otras veces por cuestiones religiosas o políticas). Es más, en las polis griegas las mujeres no eran consideradas "ciudadanas" a los efectos de participar en la toma de decisiones políticas. Menuda discriminación.

Sin embargo, pocas veces en este derrotero se ha planteado el problema que desde mi punto de vista genera la discriminación más aberrante y estigmatizante: la discriminación económica. Si, obvio, todos estamos en contacto constantemente con las distinciones de clases, y la lucha de clases no deja de ser un movimiento histórico también, pero creo que no se le da la real importancia a la discriminación económica como si se le da a otros tipos de discriminaciones. Creo que la sociedad no llegó a comprender aún que cualquier tipo de discriminación cede ante la discriminación económica, porque ella es la que socava cualquier tipo de progreso que pueda tener la persona discriminada en el transcurso de su vida, y creo que no hay peor flagelo que el de no poder progresar o tener un objetivo -esto obviamente asimilable a la discriminación racial sufrida hace años donde ciertas personas eran tomadas como esclavos, aunque si nos ponemos a pensar en ese caso también existía una "discriminación económica" porque en rigor de verdad la consecuencia era hacerle realizar a esas personas trabajos sin remuneración-.

La discriminación económica es no permitir que todas las personas tengan iguales posibilidades de acceso a ingresos monetarios. Es evitar que cierta parte de la sociedad acceda a trabajos que, por su remuneración y condiciones, haría que lograran un progreso dentro de los estratos sociales.
¿Cómo se gesta esta discriminación económica? La principal causa es la inactividad del Estado. Viviendo en una economía capitalista, con libre movilidad de capitales y libertad de comercio, es el Estado el que debe asegurar que el que menos tiene logre tener iguales posibilidades que aquellos que más tienen, y para que ello ocurra tiene que proveer de servicios públicos eficientes. 

Es inadmisible que un país que tiene la carga tributaria que tiene Argentina no logre generar servicios públicos de calidad que equiparen -y hasta superen- a ciertos servicios privados. El Estado está en falta cuando los recursos públicos no alcanzan para brindar una salud pública de primer nivel, o una educación básica que prepare a los chicos para luego ser profesionales, o un servicio de seguridad que proteja a la sociedad. El Estado está en falta cuando no asegura que se pueda transitar con seguridad por todas las rutas y calles del país, y está aún más en falta cuando no logra que los servicios de transporte público funcionen como deben, ya que ellos son los que mayores beneficios económicos traen a la sociedad por varios motivos: primero porque los usan las personas de menores recursos y segundo porque generan menores efectos nocivos en el medioambiente. Y finalmente, el Estado está en falta cuando dilapida esos recursos en dar prebendas para ganar votos y no los usa para generar un incentivo positivo en esas personas de estudiar, capacitarse y trabajar.

Y aquí, llegando al final del relato, es donde planteo la polémica: la única "discriminación" admisible es aquélla que separa a las personas por su capacidad. Cada quién tiene que hacer lo que mejor puede, aquéllo para lo cual tiene una mayor capacidad. Todas las personas tienen capacidades diferentes y eso es algo bueno, porque todas pueden aportar cosas distintas a la vida social. En una economía esto es fundamental porque se necesita de muchas "herramientas", y de distinto tipo, para lograr que el engranaje funcione. Obviamente, algunos cobrarán más y otros menos según la valía de la función que puedan cumplir, pero lo esencial es evitar que esa distinción tenga lugar porque la persona no tuvo la posibilidad de capacitarse en el transcurso de su vida. Es decir, y quiero ir terminando, la discriminación por capacidad no puede tener como origen la discriminación económica. Si en una sociedad una persona hace algo distinta que otra, y cobra menos por ello, debe ser porque esa persona puede ofrecer eso, no porque no pudo aprender otra cosa o porque no pudo potenciar sus habilidades.

Evitar la discriminación es dar igualdad de posibilidades a todos, y esas posibilidades dependerán obviamente de las habilidades de cada uno, pero lo vital y esencial es que esa "igualdad" exista. Que se entienda: no todos somos iguales, pero todos merecemos tener igualdad de posibilidades para lograr nuestros objetivos, para que luego si no los logramos sea exclusivamente por nuestra propia responsabilidad.

Por todo esto que acabo de exponer es que yo creo que la discriminación más ultrajante es la económica, la madre de todas las discriminaciones.

viernes, 26 de enero de 2018

El camino argentino a la felicidad



Supongamos que una persona quiere ir del punto A al punto B. Según este singular esquema tendría 2 caminos: ir de A a B directamente o hacerlo pasando por C y por D. Obviamente el camino que conlleva el menor gasto económico es el directo. Bueno, lamentablemente la sociedad argentina -en su mayoría- no elige esto último. ¿Cómo es esto? Paso a explicar.

Este sencillo esquema de puntos y flechas grafica lo que, a mi entender, es la forma de actuar del argentino medio cuando tiene un objetivo delante de sus narices. El punto A es de donde parte la persona, y B es a donde quiere llegar, pero en lugar de transitar ese camino más largo -pero más directo- prefiere tomar "atajos" yendo por C y por D. 

Lo que trato de esquematizar con este diagrama es el respeto o no por las normas y la consciencia de bien común. De esta manera, ir directamente de A a B significaría cumplir las reglas -esperando que al mismo tiempo otros también lo hagan- y por ende lograr el bien común -identificado como todos llegando a B-. Por otro lado, no cumplir con la ley implicaría tratar de llegar a B individualmente, transitando antes por C y por D -con el riesgo de que si algo no sale bien terminemos en E o F que significaría el fracaso-.

C y D representan puntos egoístas, donde el ser humano transita sólo y -si es necesario- pisandole la cabeza a cualquiera que se le interponga. Que quede claro: no desconozco la naturaleza salvaje del ser humano y la competencia constante en la que se involucra, pero el tránsito de C y D yo lo relaciono con la anomia, con el rompimiento de las normas socialmente establecidas.

La elección del tránsito con paradas intermedias rompe el vínculo social y atenta absolutamente contra el bien común. Supongamos que una sociedad se compone de 10 personas, y que para alcanzar el bien común que se han propuesto 8 deben al menos ir de A a B directamente. Basta con que 3 personas opten por "aislarse" y andar solas para que las 7 restantes se perjudiquen. Bueno, exactamente así opera el argentino promedio, pensando que actuando por su cuenta logrará el mejor rédito.

En alguna otra oportunidad expliqué que el ser humano es racional y un maximizador de utilidades por excelencia, por lo tanto uno podría pensar que es lógica y hasta económica la actitud de buscar constantemente el beneficio personal. Sin embargo, este planteo es incorrecto si logramos entender que vivimos en una sociedad y que, por lo tanto, toda acción que desarrollemos tendrá alguna consecuencia en alguien más. Así, supongamos que una persona egoísta, en su intento de llegar a B, avanza hacía C. Al moverse en este sentido, en lugar de jugar en conjunto intentando alcanzar B junto con el resto de la sociedad, promueve resultados negativos para terceros, estos se verán perjudicados y no lograrán llegar a B. El actor individual posiblemente llegue a C, pero para seguir avanzando necesitará seguir moviéndose solo, y nadie le asegura que llegue a D, puede terminar en E, o inclusive luego de llegar a D terminar en F y nunca alcanzar B -todo dependerá de si "triunfa" o no contra sus "rivales"-. Si esto ocurriese, la acción de una sola persona habrá hecho que varios no lleguen a B -incluida ella misma- por no tomar el camino grupal, por no buscar el bien común de toda la sociedad. Como se ve, dicha acción es absolutamente anti económica porque genera un gran desperdicio de recursos -los de la persona que se desvió del camino y los de todos aquéllos que no llegaron a B por la actitud de aquélla-.

El corolario de este breve análisis es que es necesario tener presente siempre que cuando nos movemos -tomamos decisiones- estamos afectando la vida de alguien -a veces positiva y otras veces negativamente-. Desde ya que en ciertas ocasiones nuestras acciones tendrán efectos negativos en algún punto para alguien y eso es inevitable (como por ejemplo cuando rendimos un examen para entrar en algún puesto de trabajo y por "culpa" de nuestro triunfo alguien es derrotado), pero la clave es tratar de evitar aquéllas que si pueden serlo. Me refiero específicamente a seguir las normas. 

Cuando una persona viola una regla social, genera repercusiones negativas de escalas casi imposibles de mensurar. No somos conscientes del daño que hacemos a la sociedad cuando quebramos la ley, no sólo por el efecto inmediato que ello puede tener (por ejemplo un accidente de tránsito) sino también por los efectos mediatos, es decir, aquéllos diferidos en el tiempo. Cuando las normas son violadas sistemáticamente se genera una costumbre contra legem -costumbre contra legal- que termina derogando tácitamente a las mismas. Es decir, la sociedad empieza a creer que esa norma no existe más y que es "normal" actuar en contra de sus disposiciones. Esto es terrible porque es el fin del pacto social que hacemos al entrar en la vida en sociedad, y transforma a esta última en una mera conglomeración de personas que intentan, cada una por su cuenta, sacar el máximo rédito de cada acción que desarrollan. No es casual que los países culturalmente más desarrollados tengan mejores tasas de equidad social y económica y que los que tenemos amplios problemas actitudinales y de comprensión normativa no logremos nunca salir adelante.