jueves, 8 de marzo de 2018

La madre de las discriminaciones: la económica

Justo un 8 de marzo, fecha consagrada mundialmente como el día de la mujer en virtud de su lucha para evitar la discriminación por cuestiones de sexo, se me ocurrió plantear el problema de la discriminación desde un punto de vista global.

En breves líneas intentaré sentar mi posición sobre el tema y aclarar algunas cuestiones que parecerán álgidas tomando en cuenta el tenor de la temática tratada.

Empecemos por algo básico: ningún tipo de discriminación es bueno, ello si tomamos el sentido de discriminación que le asigna la definición dada por la RAE: "Dar trato desigual a una persona o colectividad por motivos raciales , religiosos , políticos , de sexo , etc.". Ahora bien, voy a ser osado y al final de este texto voy a proponer un tipo de "discriminación" que podría ser "aceptable" en una sociedad. Sin embargo, haré trampa, porque le llamaré "discriminación" a algo que según la RAE no lo es, pero adoptaré tal vez un sentido amplio del término, entendiéndolo como "hacer diferencias entre las personas". Veamos.

La lucha social por lograr la igualdad de todas las personas viene prácticamente desde los inicios de la humanidad. Siempre existió discriminación (a veces por sexo, otras veces por raza, y otras veces por cuestiones religiosas o políticas). Es más, en las polis griegas las mujeres no eran consideradas "ciudadanas" a los efectos de participar en la toma de decisiones políticas. Menuda discriminación.

Sin embargo, pocas veces en este derrotero se ha planteado el problema que desde mi punto de vista genera la discriminación más aberrante y estigmatizante: la discriminación económica. Si, obvio, todos estamos en contacto constantemente con las distinciones de clases, y la lucha de clases no deja de ser un movimiento histórico también, pero creo que no se le da la real importancia a la discriminación económica como si se le da a otros tipos de discriminaciones. Creo que la sociedad no llegó a comprender aún que cualquier tipo de discriminación cede ante la discriminación económica, porque ella es la que socava cualquier tipo de progreso que pueda tener la persona discriminada en el transcurso de su vida, y creo que no hay peor flagelo que el de no poder progresar o tener un objetivo -esto obviamente asimilable a la discriminación racial sufrida hace años donde ciertas personas eran tomadas como esclavos, aunque si nos ponemos a pensar en ese caso también existía una "discriminación económica" porque en rigor de verdad la consecuencia era hacerle realizar a esas personas trabajos sin remuneración-.

La discriminación económica es no permitir que todas las personas tengan iguales posibilidades de acceso a ingresos monetarios. Es evitar que cierta parte de la sociedad acceda a trabajos que, por su remuneración y condiciones, haría que lograran un progreso dentro de los estratos sociales.
¿Cómo se gesta esta discriminación económica? La principal causa es la inactividad del Estado. Viviendo en una economía capitalista, con libre movilidad de capitales y libertad de comercio, es el Estado el que debe asegurar que el que menos tiene logre tener iguales posibilidades que aquellos que más tienen, y para que ello ocurra tiene que proveer de servicios públicos eficientes. 

Es inadmisible que un país que tiene la carga tributaria que tiene Argentina no logre generar servicios públicos de calidad que equiparen -y hasta superen- a ciertos servicios privados. El Estado está en falta cuando los recursos públicos no alcanzan para brindar una salud pública de primer nivel, o una educación básica que prepare a los chicos para luego ser profesionales, o un servicio de seguridad que proteja a la sociedad. El Estado está en falta cuando no asegura que se pueda transitar con seguridad por todas las rutas y calles del país, y está aún más en falta cuando no logra que los servicios de transporte público funcionen como deben, ya que ellos son los que mayores beneficios económicos traen a la sociedad por varios motivos: primero porque los usan las personas de menores recursos y segundo porque generan menores efectos nocivos en el medioambiente. Y finalmente, el Estado está en falta cuando dilapida esos recursos en dar prebendas para ganar votos y no los usa para generar un incentivo positivo en esas personas de estudiar, capacitarse y trabajar.

Y aquí, llegando al final del relato, es donde planteo la polémica: la única "discriminación" admisible es aquélla que separa a las personas por su capacidad. Cada quién tiene que hacer lo que mejor puede, aquéllo para lo cual tiene una mayor capacidad. Todas las personas tienen capacidades diferentes y eso es algo bueno, porque todas pueden aportar cosas distintas a la vida social. En una economía esto es fundamental porque se necesita de muchas "herramientas", y de distinto tipo, para lograr que el engranaje funcione. Obviamente, algunos cobrarán más y otros menos según la valía de la función que puedan cumplir, pero lo esencial es evitar que esa distinción tenga lugar porque la persona no tuvo la posibilidad de capacitarse en el transcurso de su vida. Es decir, y quiero ir terminando, la discriminación por capacidad no puede tener como origen la discriminación económica. Si en una sociedad una persona hace algo distinta que otra, y cobra menos por ello, debe ser porque esa persona puede ofrecer eso, no porque no pudo aprender otra cosa o porque no pudo potenciar sus habilidades.

Evitar la discriminación es dar igualdad de posibilidades a todos, y esas posibilidades dependerán obviamente de las habilidades de cada uno, pero lo vital y esencial es que esa "igualdad" exista. Que se entienda: no todos somos iguales, pero todos merecemos tener igualdad de posibilidades para lograr nuestros objetivos, para que luego si no los logramos sea exclusivamente por nuestra propia responsabilidad.

Por todo esto que acabo de exponer es que yo creo que la discriminación más ultrajante es la económica, la madre de todas las discriminaciones.

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