jueves, 21 de septiembre de 2017

El beneficio social de una buena acción

En economía se analizan los costos y beneficios de las acciones. Como es bien sabido, todas las decisiones que uno toma en la vida generan tanto costos como beneficios, los cuales son ponderables y visualizables generalmente sin mayores problemas. Sin embargo, hay ciertos costos y beneficios que muchas veces no se analizan y son dejados de lado, son las llamadas externalidades.

Una externalidad es un efecto "no buscado" que una acción tiene sobre terceros, es decir, un efecto que el que ejecuta esa acción no pensó que generaría. Las externalidades pueden ser tanto positivas (beneficios) como negativas (costos).

El ejemplo clásico de una externalidad como costo es el de una fábrica que produce X bien y en el proceso genera contaminación ambiental. Esa contaminación es un costo que sufren terceros -la sociedad en su conjunto y especialmente los vecinos de la fábrica- y que en general no es tenido en cuenta por el empresario.

Ahora bien, entendido el concepto de externalidad, quiero mostrarles también que puede entendérsela como un beneficio, y que este entendimiento es muy importante para el desarrollo de nuestra vida cotidiana.

Un poco recordando a la película "Cadena de favores", hoy se me ocurrió vincular el concepto de externalidad con un suceso del que tuve oportunidad de participar y que es muy común que acontezca hoy en la Ciudad de Buenos Aires. Veamos.
Una persona sube a un colectivo y se olvida que no llevaba consigo la tarjeta SUBE -o bien ella se encontraba sin saldo-, entonces se encuentra obligada a bajarse del mismo o pedirle a otro pasajero que le ceda su tarjeta para pagar el viaje. En dichas circunstancias, el valor que para ese pasajero tiene poder continuar el viaje excede el costo efectivo del boleto pagado, es decir, supongamos que su viaje cuesta $6,50, ¿es ese el valor de uso que la persona le asigna en dicha circunstancia? En efecto no, y se puede ver fácilmente cuando se da una situación de este tipo, donde el pasajero sin SUBE ofrece al tercero que le cedió amablemente su tarjeta un monto dinerario mayor para cubrir el costo y ofrecer una suerte de retribución por el "favor". Es decir, el valor de uso que tiene ese pasaje para esa persona es superior a $6,50. Este ejemplo es muy similar al clásico del agua y los diamantes en el desierto, donde una persona perdida estará gustosa de cambiar un diamante por una botella de agua. Como vemos, el pago de $6,50 efectuado por el tercero genera mayor valor que el dinero gastado.



Asimismo, y este es el punto al cual quiero dirigirme, ese acto -el pago realizado por el tercero de forma desinteresada- genera una externalidad positiva, ya que transmite un mensaje de solidaridad hacia los otros pasajeros presentes en ese momento. Nadie está a salvo de olvidarse o perder su tarjeta SUBE en algún momento, y ver que la gente se comporta de esa manera genera un beneficio social que debe ser tenido en cuenta, porque predispone al resto de las personas a actuar de la misma manera en una situación hipotética futura.

Este es meramente un ejemplo de la externalidad positiva generada por una acción, pero ello puede replicarse en casi todo lo que hacemos a diario. Con esto quiero transmitir la importancia de actuar a conciencia, respetando y solidarizándose con el prójimo siempre, porque ello genera beneficios sociales a veces intangibles, pero que en definitiva nos ubicarán a todos en una mejor situación que la anterior. Un economista dirá que estas cosas generan una situación de eficiencia superior a la anterior.

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